LAS TRES TRIADAS DEL ENEAGRAMA

Cuando acabas de llegar a este maravilloso mundo del eneagrama, lo que más quieres saber es cuál es tu eneatipo. Cuando llevas un tiempo con el tema, con suerte, te das cuenta de que saber el eneatipo no es tan importante como aprovechar el eneagrama para avanzar en tu crecimiento personal. En cualquier caso, en esta búsqueda del “número”, muchas veces nos olvidamos de situarnos previamente en las triadas del eneagrama. Así que, si te interesa el tema, este post te va a gustar.

 

El número 3 es clave para entender el eneagrama.  Hay tres triadas (emoción, razón, acción); cada triada contiene tres eneatipos y cada eneatipo tiene tres subtipos. A su vez, los eneatipos se relacionan entre ellos cada tres. Podríamos decir que el tres da sustento invisible a esta herramienta de mapeo de la personalidad que es el eneagrama. Es más el tres está presente en muchas culturas o sabidurías ancestrales. Como bien nos recuerda el experto en el eneagrama, Luis Solinho: «(…) Las intuiciones e Platón, influirán en los sistemas modernos asociados al eneagrama, en primer lugar, por la inclusión de sus ideas expuestas en su obra La República, acerca de la existencia tripartita: racional (intelectual), irascible (emocional) y concupiscente (corporal). Según Platón, en el alma debe primar la armonía entre sus partes. En segundo lugar, por la inclusión de las Ideas o Formas Divinas como atributos de la esencia del ser, las cuales señalaban cualidades de la esencia de la mente, inherentes al Ser humano. Para Platón conocer las Ideas es conocer la verdad, pues éstas son la Realidad. Son inmutables, eternas, únicas, arquetípicas e inteligibles.»

Los eneatipos de una misma triada suelen compartir características comunes como patrones de conducta, falsas creencias, hábitos o necesidades básicas, pero sobre todo les mueve un mismo motor (corazón, cabeza, vísceras). Recordemos que el eneagrama parte del hecho de que lo que generalmente pensamos que somos no es más que el disfraz que construimos en su día para adaptarnos al mundo que nos tocó vivir. Esto no es ni bueno ni malo, es supervivencia pura y dura. Y como nos ha traído hasta aquí fue la mejor; eso sí, lo que nos sirvió en su día seguramente hoy no nos ayuda demasiado a ser más felices.

Las triadas también se pueden relacionar con los tres amores de los que tanto hablaba Claudio Naranjo (ver aquí). Cada una de ellas tiene tres eneatipos en función de un motor fundamental: la emoción, la razón y la acción. A su vez, a modo orientativo, podemos ver en cada triada una gradación en la introversión-extroversión. De esta forma, apreciamos que en la triada sentimental el dos es el más extrovertido y el cuatro el menos. En la triada racional, el cinco es el más introvertido y el siete el más extrovertido. En la triada de la acción el ocho sería el más introvertido (a su manera antisocial) y el uno el más extrovertido (por sus ganas de cambiar el mundo).

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1 ¿CÓMO ES NUESTRA PRIMERA REACCIÓN A UN ACONTECIMIENTO IMPACTANTE?

En el artículo de hoy no toca profundizar sobre cada eneatipo (esto lo haremos en posts posteriores), sino centrarnos en este primer paso para poder poner los cimientos de lo que será nuestro conocimiento del eneagrama. Por ello nos gusta mucho la siguiente pregunta: ¿Cuando te ha pasado algo impactante en tu vida cómo ha sido tu respuesta inmediata?  Y aquí podemos ver si, más allá de nuestro eneatipo, hemos respondido con el corazón, con la cabeza o con las vísceras. Repasar nuestra historia vital en esta clave, nos va a dar pistas para ver en qué triada podemos ubicarnos. Conviene hacer este ejercicio en el tiempo. ¿La razón? Muchas veces, en los últimos años de nuestra vida, hemos ido evolucionando y quizás hemos sanado un poco de nuestra neurosis primigenia, por lo que nuestros patrones de conducta ahora pueden ser diferentes. Si vamos rebobinando podemos llegar hasta la edad de los 9 años, en la que la personalidad ya está formada y ver en qué andábamos por aquella etapa.

Con los niños es complicado, muchas veces, intuir el eneatipo que son; pero no tanto si les mueve más la emoción, razón o acción. También es cierto que, si posteriormente a esta edad nos ha pasado algo muy gordo también ha podido influir de manera determinante en nuestro carácter. Las tres triadas del eneagrama también tienen que ver con la teoría de los tres cerebros.

En palabras de Claudio Naranjo: “(…) Lo que ya proféticamente describía Gurdjieff a comienzos del siglo pasado es hoy cosa bien establecida gracias a las investigaciones de Paul MacLean, que han revelado la estructura tripartita del cerebro humano. Sólo el neocórtex, de origen evolutivo más reciente, puede considerarse el cerebro propiamente humano, en tanto que compartimos el cerebro medio con nuestros antecesores mamíferos y se asemeja el cerebro arcaico al de los reptiles. Es, en este último, dónde se asienta principalmente la vida instintiva, en tanto que en el cerebro medio lo hace nuestra capacidad relacional y en el neocórtex las funciones intelectuales superiores.” (Más sobre el tema por aquí).

2 ¿QUÉ NOS RECUERDA LA BIONERGÉTICA?

Si llevamos el planteamiento al entorno de la  bionergética (ver post), podemos ver cómo esta etapa infantil se puede ir desmenuzando hasta llegar al propio nacimiento.  En estos primeros 9 años se habrán formado los diferentes caracteres (esquizoide, oral, psicopático, masoquista, rígido). Es decir, si un niño ha tenido un nacimiento muy complicado y/o ha sido retirado de la mamá durante un periodo de días, por la causa que sea, seguramente va tener un carácter que tendrá mucho de esquizoide y/o oral.  A su vez, si miramos estos primeros años en clave de las heridas de la infancia, en el ejemplo que hemos puesto, veremos que la herida del abandono o rechazo estará muy presente.  Por ello, seguramente, estos niños tiene muchos cupones de terminar siendo un cinco o un cuatro y estar bastante lejos de la triada de la acción. Esto no son matemáticas y, por lo tanto, no es que tenga que ser por fuerza así pero nos da pistas importantes. 

En este sentido podemos leer en el estupendo blog de Pobre Niño Pijo:  “(…) De pequeños, comenzamos a alejarnos, por distintas causas o «carencias» de nuestro «SER ESENCIAL» y así empezamos a elaborar nuestra personalidad . No nos olvidemos que el término «personalidad» viene de «persona», que en la antigua Roma eran unas máscaras que se ponían los actores para representar los distintos personajes. Nuestra Personalidad tiende a «fijarse» en uno de estos centros de energía de la Psiquis. Comenzamos a bloquear y distorsionar distintas funciones sanas y tendemos a enfocar toda nuestra «energía vital» en una y solo una de estas Triadas. De esta manera, en vez de desarrollar ese rasgo o cualidad «bloqueada» lo que hacemos es desarrollar una «imitación», un «actor con una máscara» que cumplirá cientos de representaciones a lo largo de nuestra vida adulta. Paradójicamente si el tipo de personalidad está en la tríada del sentimiento, esto no significa que tenga más sentimientos que los demás; sino que, por el contrario, esta función será la más enferma y desequilibrada, en la que usualmente no seremos muy capaces de funcionar normalmente y en la cual se encuentran la mayoría de nuestros problemas.

Tampoco significa que «Los Pensadores» sean más inteligentes y lo mismo sucede con los Instintivos”.

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3 LOS ENEATIPOS EN LAS TRIADAS

Desde el eneagrama damos por bueno el planteamiento de que nosotros NO somos lo que normalmente pensamos que somos. Hay una personaje que, en su día, fuimos creando y que es quien suele tapar a nuestra verdadera esencia. Así, tenemos miedo de mostrarnos tal cual somos. Esta angustia propia del seis está, en mayor o menor, medida en cada eneatipo. A su vez, este miedo se tapa con un disfraz que se construye para relacionarnos con los demás.

Por lo tanto, la necesidad de aprobación y reconocimiento, propia de los vanidosos, también está, en mayor o menor medida, en cada uno de los eneatipos. Por último la resistencia al cambio, no deja de ser la pereza espiritual del eneatipo nueve y que es la clave para que la sociedad prefiera seguir en un estado de somnolencia en vez de apostar por el viaje de autoconocimiento. De esta forma vemos que, el propio origen de la neurosis está relacionado con los centros de cada una de las tres triadas del eneagrama. En palabras de Claudio Naranjo:  «Difícilmente puede el miedo no ser acompañado de una traición a sí mismo; es decir, una pérdida de autenticidad. Esta relación recibe reconocimiento en la representación de miedo y falsedad como puntos simétricos que en el eneagrama están unidos por una línea. Pero estos dos pilares de la neurosis —el miedo y la inautenticidad— se entienden según el eneagrama como componentes de una tríada. Una tercera piedra angular en el edificio de la neurosis  es una pereza de la conciencia, una inercia cognitiva: pereza acidiosa. Llamarla, siguiendo a Gurdjieff «demonio del autoapaciguamiento» tiene la virtud de responsabilizar a la persona de su inconsciencia. La pereza de la conciencia puede expresarse tanto como pereza espiritual o, más ampliamente, como una pereza psicológica: un no querer saber lo que pasa, no querer enterarse. Se expresa como una distracción crónica de sí mismo, acompañada a su vez por una atención exagerada al mundo exterior.»

Con ello, la pereza (9) se sitúa en el vértice superior del triángulo central del eneagrama y nos recuerda nuestra tendencia natural a no ser. Desde ahí, se conecta con la in-autenticidad del eneatipo vanidoso (3) que no hace otra cosas que tapar la cobardía del eneatipo miedoso (6). Es como si esta tresena estaría en la base de cada una de las demás personalidades, convirtiéndose, así, en las tres piedras angulares en la estructura del ego.

3.1 TRIADA EMOCIONAL -Cerebro límbico-.

El dos (orgullo), el tres (vanidad) y el cuatro (envidia), son movidos por la emoción. 

Son personajes que, como dice la experta en eneagrama, Melisa Santili, «por momentos, parecen salidos de una telenovela».

Pero no es que estén siempre en contacto con los sentimientos. Lo que tienen siempre presente es el sentimiento amoroso. Se les llama emocionales pero bien podrían llamarse la triada amorosa.

En general, les mueve la relación con el otro, y sobre todo amar y ser amados -más allá de si lo consiguen o no-. De partida, el eneatipo dos está mas intentado dar; es decir, está muy hacia afuera. El eneatipo cuatro, está sintiendo que nunca recibe los suficiente; por lo tanto, siempre está en la carencia. Mientras que el Eneatipo tres está más en sí mismo. Da cuando sabe que esto le traerá reconocimiento y recibe cuando esto le asegura que el otro le tendrá entre los suyos. ¿Significa esta afirmación que estos eneatipos no pueden tener una parte racional o de acción? Por supuesto que la tienen; pero, en general serán personas que se mueven más por el corazón que otra cosa.  Y decimos en general porque, por ejemplo, el eneatipo tres es potencialmente el número más emocional de todo el eneagrama; pero, en la práctica, en un principio les puede costar mucho conectar con su corazón y pueden parecer muy fríos e incluso racionales. Como curiosidad apuntamos que la mayoría de personas de estos subtipos suelen ser chicas (sobre todo en el dos y en el cuatro). También hay que tener en cuenta que existen los contra-números; es decir, uno de los tres subtipos de cada eneatipo tiene cualidades del  carácter que le hacen ser ese número desde otro sitio: les mueve el mismo motor, pero éste no es tan evidente como en los otros dos subtipos.  Así, por ejemplo, en el tres está el contra-tres o tres conservación que tiene una contra-vanidad (la vanidad está, pero está muy encubierta). Por ello, este subtipo de los treses suele situarse previamente en otro eneatipo (generalmente en el seis) y le cuesta bastante trabajo terminar de ubicarse en su eneatipo y subtipo correcto. Muchas veces, el dos está más en una emoción que es hacia fuera y le lleva al histrionismo y el cuatro está conectado con una emoción que siente muy dentro que, en este caso, le puede llevar a estados depresivos. 

El eneatipo dos, el orgullo.

El eneatipo tres, la vanidad

El eneatipo cuatro, la envidia.

 

3.2 TRIADA RACIONAL -Cerebro neocortex-.

El cinco (avaricia), el seis (miedo) y el siete (gula) son los eneatipos de la triada de la razón.

Suelen estar totalmente desconectados de su emoción y les cuesta contactar con lo que sienten. De hecho, tan solo pararse a ver cómo está su cuerpo ya es un gran logro. Eso sí, mientras no se enteran de su mundo sentimental profundo, con el conocimiento van a tope.  El eneatipo cinco ama el conocimiento en sí mismo; no lo necesita para otra cosa. Sin embargo, el eneatipo seis necesita el conocimiento; saben mucho y son buenos aprendiendo, pero lo usan para sentirse seguros. Mientras tanto, el eneatipo siete hace como que es la bomba en este plano; es decir,  saca mucha rentabilidad a lo que sabe. Pone en juego lo mucho (o poco) que sabe de un tema para encandilar al personal. Esta actitud tan intelectual de la triada del pensamiento suele ir de la mano de una curiosidad fuera de lo común. Y esta curiosidad, a su vez, tiene que ver con un nivel diferente de atención. El eneatipo cinco es tan curioso o más como sus compis de triada, pero suele enfocarse con facilidad; es decir, su nivel de atención en una sola tarea es muy elevado. Este exceso de foco le lleva a obsesionarse con un tema.  Es una obsesión que por momentos puede recordar al eneatipo uno, pero en el caso de los avariciosos suele tener una carga intelectual y no moral.

El eneatipo seis ya pierde foco pues piensa que necesita saber de más cosas y su curiosidad va de la mano de su necesidad de seguridad. Al no perderse en el enfoque excesivo, es capaz de unir ideas de mundos diferentes. Mientras tanto el eneatipo siete lleva este tema al extremo. Su curiosidad insaciable le lleva a poner el foco en miles de temas. Es algo natural para él y es cierto que esto, a ciertos niveles, puede ser una ventaja y le lleva a saber bastante de muchas cosas. De hecho, existe el concepto de personas multipotenciales (ver aquí) y es un tema que da mucho juego. En cualquier caso, como bien sabemos, esta falta de foco del eneatipo siete también le puede llevar a la dispersión y multitarea. Además, no debemos olvidar que, los golosos se pierden en su gula de conocimiento y esto genera un problema claro. Muchas veces su pensamiento incansable les lleva a la paranoia y la ansiedad. Suelen estar en el futuro, anticipando acontecimientos venideros (sobre todo los sietes). En general, son gente bastante desconectada de la emoción y a la que le cuesta pasar a la acción. Necesitan entender bien el contexto en el que se mueven y la seguridad será siempre un punto importante. Y, seguramente, te estarás preguntando cómo el seis no es emocional si su motor básico de funcionamiento es una emoción pura y dura: el miedo. Son personas temerosas. Y sí, es cierto que el seis, y en menor medida el siete y el cinco, sienten el miedo, pero es como si al sentirlo o bien se paralizaran o bien, contrafóbicamente, pasan a la acción, pero entran en un bucle de pensamientos. Con el resto de emociones ya no pueden contactar con facilidad.  Lo mismo ocurre a los sietes con la alegría. Evidentemente es una emoción, pero ese estado alegre les lleva a estar siempre planificando algo nuevo por hacer; algo excitante y, si puede ser, que les haga segregar mucha dopamina. Su cabeza vuela y se desconectan nuevamente del resto de emociones.

«El pensador no tiene necesidad de nadie para ser refutado, de ello se encarga él mismo». Friedrich Nietzsche

En el eneatipo cinco se ve con claridad.  Son gente con un pensamiento muy profundo y aunque tienen una sensibilidad y delicadeza fuera de lo común, les cuesta conectar con sus sentimientos.  Es como si toda su energía se quedara del cuello para arriba. Sin embargo, hay un subtipo de los seis, el seis sexual o contrafóbico que parece que está en la acción porque ante el miedo reacciona de manera muy reactiva. La realidad es que su motor no es la acción sino el miedo. Y es cierto que el miedo no deja de ser una emoción, pero la mayoría de los seises quedan atrapados por sus razonamientos, que les llevan a buscar una vida en la que la certeza de las cosas es la clave. Por otro lado, algunos sietes, sobre todo chicas, parecen, además de muy simpáticas, relativamente emocionales y, por ello, se pueden confundir, por ejemplo, con algunas doses; sin embargo, no suelen entrar con facilidad en la histeria propia de las doses y les puede más la gula de estar con mil frentes abiertos.

El siete necesita descargas de dopamina constantes para sentirse vivo.

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El peso de los pensamientos de Thomas Lerooy

Con todo ello, nos encontramos personas que piensan demasiado. Y en el demasiado está la clave, porque, evidentemente, pensar es más que necesario. Es más, en nuestra opinión, es bien dudoso cuando se hace apología de dejarnos llevar SÓLO por el corazón, como si ello no tuviera sus peligros. Precisamente, la clave del trabajo con el eneagrama es equilibrar los tres centros. Así, muchas personas mentales que, de partida, desprecian o ignoran el mundo emocional, harán bien en bajarse de su pedestal intelectual y aprender a sentir su cuerpo y escuchar su corazoncito. Si ya son capaces de mostrarse desde la vulnerabilidad y compartir lo que, realmente, les pasa, estamos hablando de un gran primer paso.

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El mundo seguramente no, pero es una buena distinción para el siete y el cinco.

El eneatipo cinco, la avaricia.

El eneatipo seis, el miedo.

Eneatipo siete, la gula

 

«Si por lo menos pudiera dejar de pensar. Los pensamientos son lo más insulso que hay, más aún que la carne. Son una cosa que se estira interminablemente, y dejan un gusto raro. Y además, dentro de ellos están las palabras inconclusas, las frases esbozadas que retornan sin interrupción. Sigue, sigue y no termina nunca. Yo alimento esta especie de rumia dolorosa: existo. ¡Qué larga serpentina es esa sensación de existir!».
Jean Paul Sartre | La náusea

3.3 TRIADA DE LA ACCIÓN -Cerebro reptiliano-.

El ocho (prepotencia), el nueve (pereza), el uno (perfeccionismo) son los eneatipos de triada superior (sólo geométricamente) del eneagrama. Tienen cierta tendencia a la autonomía (aunque esto también depende del subtipo) y tienen la intuición muy desarrollada (sobre todo el ocho). Eso sí, paradójicamente, como veremos, el nueve normalmente tiene bastante dependencia. Les cuesta aceptar la opinión del otro (sobre todo a los ochos y unos) y cuando entran en un desencuentro segregan mucha adrenalina. Muchas veces están totalmente desconectados de lo que sienten y sus ganas de acción les llevan a no pensar demasiado las cosas. Suelen ser instinto en estado puro. Sin embargo, nos encontramos con los unos que, más allá de su búsqueda de la perfección, tienen una emoción muy a flor de piel: la ira. Aun así, como vimos en el post de los Unos (ver aquí), esta emoción es muy reactiva e incluso en el uno el instinto de conservación se la come directamente, tendiendo a somatizar.

Los nueves son potencialmente el número de más acción del eneagrama; pero, como ocurría con los treses en la triada de la emoción, no siempre ponen en juego todo su potencial y quedan muchas veces dominados por la pereza. En palabras de Claudio Naranjo: “una pereza de sí mismo”. Es por eso que, normalmente, es un número que se olvida de sí mismo y entra en confluencia con el otro. Por otro lado, nos encontramos con los ochos que muchas veces se pueden confundir con un dos sexual, con un cuatro sexual o incluso con un seis contrafóbico (al que se puede parecer también físicamente).  Sin embargo, el ocho es pura acción y, hasta que entra en el proceso de sanación, se deja llevar por la acción desmedida, siendo muchas veces personas realmente violentas. Los límites no son lo suyo.

Por suerte, cuando conectan con su esencia, son personas que sí se ponen en juego desde el corazón; eso sí, suelen ser un todo o nada. Los grises no son ni para los unos ni para los ochos. En fin, como puedes ver, el mundo de las triadas del eneagrama da mucho juego y, sobre todo en un primer momento, conviene que nos paremos en seco y antes de profundizar demasiado en  los eneatipos, ver qué motor principal nos mueve.

El eneatipo ocho, la lujuria.

El eneatipo nueve, la pereza (de sí mismo)

El eneatipo uno, el perfeccionista.

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Texto redactado por   Haiki

Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó

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